Hay algo profundamente cautivador en fotografiar a un grupo de personas mientras esperan. Ya sea la llegada del autobús, ser atendidos en un mostrador, o cualquier otro momento de espera, estas situaciones ofrecen una ventana única a la humanidad cotidiana. Aunque las fotos resultantes no siempre sean impactantes en un sentido convencional, para mí tienen un valor inmenso. Es como si, en su espera, esas personas estuvieran posando inconscientemente para mi cámara.
Lo que más me atrae son sus expresiones y la forma en que se alinean: una línea recta de individuos, cada uno absorto en su propio mundo y, sin embargo, unidos por el acto común de esperar. Algunos interactúan entre sí, compartiendo un momento juntos, mientras que otros parecen aislados, casi como si preferirían estar en cualquier otro lugar. Este juego de expresiones y emociones es lo que busco capturar con mi lente.
No puedo evitarlo; siento la necesidad de fotografiarles. Cada persona en la fila tiene una historia, y a través de su expresión y su postura, me invitan a adivinarla. Mientras observo y capturo estas escenas, paso de un individuo a otro, examinando sus expresiones, su vestimenta, preguntándome quiénes son, qué podrían estar pensando o discutiendo, y por qué están aquí. Además, me intriga cuando notan la cámara y empiezan a preguntarse quién será el fotógrafo y por qué les está fotografiando.
Estas fotografías no solo documentan un momento de espera; revelan la rica tapeztería de emociones y conexiones humanas que ocurren en esos breves intervalos. A través de mi blog, espero compartir estas observaciones y reflexiones, invitándolos a mirar más de cerca y apreciar estos momentos fugaces pero significativos.
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